miércoles, 23 de enero de 2013

Planes, planes, planes.

Estimada Julia.

Ante todo ¡Feliz Año!!!. Yo se que la incertidumbre está a la orden del día, pero tenemos que aprender "a bailar bajo la lluvia", así que ese es mi deseo para ustedes este año: mucho baile.

Entiendo perfectamente lo que dices sobre la nieve, yo también me llené de nieve (literal y metafóricamente) y sí, definitivamente, ayuda a limpiar el espíritu y ver las cosas desde otra perspectiva. Llenarse de nieve es igual a cumplir el método de observación de la llama....

El método me dice que la mayoría de los venezolanos están pasados de cómodos, le tienen miedo al futuro, no conocen su historia (ahora resulta que el 23E se lo debemos sólo al fulano Fabricio Ojeda) y en definitiva: NO VAN A HACER NADA.

Este año lo veo marcadísimo por la incertidumbre, pero dentro de la incertidumbre, de los planes personales: casi todos mis amigos llevarán empresas importantísimas este año, de esas que cambian la vida, incluso yo tengo un plan de esos que dividen tu vida en dos partes (nieve, mucha nieve) y así transcurren nuestros días: enfocándonos en nuestros planes personales para no deprimirnos con los nacionales.

No quiero entrar en honduras, no quiero predecir nada, pero definitivamente, este año va a terminar muy parecido a como comenzó....



viernes, 28 de diciembre de 2012

Cuestión de Fe


Querida Carlota:

Tardé muchísimo en responderte. Tu sabes en parte por qué. Ahora la foto se llenó de nieve. Todo se llenó de nieve. Antes fantaseaba con la nieve pero ahora que se ha vuelto pastosa y sucia y está por todos lados me la quiero quitar de encima. Nunca pensé que la nieve sería algo que me quisiera quitar de encima.

Además la nieve me trajo otra cosa, que no me esperaba: la certeza ineludible de que me encuentro muy lejos. Sé que es tonto que diga esto porque es más que obvio que estoy lejos. Pero a veces, entre el Twitter y las emisiones de César Miguel Rondón que pongo cada vez que me levanto temprano gracias a una aplicación en mi celular, entre las conversaciones con mi familia en el Skype (a veces simplemente le pido a mi mamá que deje la computadora ahí mientras cenan, para recoger los sonidos de mi antigua casa), más el Toddy y el Diablito en mi despensa…a veces se me olvida que estoy tan lejos. Tengo muchas cosas aquí que me recuerdan a Venezuela, que me hacen sentir cerca; muchas conversaciones con Novio, muchos planes que los hacíamos parecidos en Caracas, los olores cuando cocino siguiendo al pie de la letra a Scannone (que ya verás un día, no es nada fácil seguirlo al pie de la letra).

La nieve rompe con toda esta familiaridad. Miro por la ventana y lo que veo es un inmenso manto blanco que se me pierde de vista, veo un paisaje que me es completamente extraño. La nieve es algo con lo que nunca he estado en contacto y al mojarme las botas apenas salir de mi casa es como si me diera una cachetada diciéndome “date cuenta, termina de darte cuenta de que te fuiste y estás en este lugar cubierta de nieve”.

Apartando la nostalgia, si la metáfora sirve, me parece que todos, sin importar dónde estamos, nos llenamos un poco de nieve en estos meses. Nos pusimos en blanco sin saber qué pensar ni cómo reaccionar a los eventos que nos superaron, que nos cubrieron, que nos envolvieron sin remedio. Entiendo tu guayabo post- electoral. Lo entiendo porque yo también lo viví, a mi manera. Entiendo que tu guayabo fue peor que el mío. Y supongo, se hizo peor con los resultados de Diciembre. Perdimos un evento electoral y ganamos – perdimos otro. Además tenemos un presidente no- presidente que no sabemos si está o no está, si vive o no vive, si vendrá o no el diez de Enero. Sé que probablemente el modo en que las instituciones resuelvan este lío que la Constitución (que no es así una cosa ejemplar la Constitución del 99) no previó; no será de mi agrado.

Yo hace tiempo que dejé de ver noticieros. Hace como cinco años inclusive. Descubrí que ver noticias en la tele me ponía nerviosa y es raro que vea la declaración de alguien en Youtube a no ser que sea una cosa extraordinaria como el día en que Chávez le dijo al país que estaba enfermo. O los discursos de Capriles en la campaña (¿No te parece que eso fue hace mil eras cuando en realidad fue hace solo dos meses?) – El tiempo pasa muy rápido en Venezuela. Pasa muy rápido también para la gente como yo que sin estar en Venezuela físicamente, parte de ellos se quedó allá.

Venezuela es como un novio. Es verdad. Yo dejé a ese novio porque pude y porque seguí a quien me importa mucho más que el país y sus líos. Ahora no sé si pienso en Venezuela del mismo modo que la pensaba antes. Antes de irme, Venezuela para mí era caos y falta de oportunidades y puertas cerradas una tras otra. Ahora es todo eso que no tengo y extraño, y que lo tuve y no me di cuenta lo suficiente de lo chévere que era tenerlo: familia, amigos, queso blanco, un lugar al que perteneces y conoces bien por muy hostil que sea, apio, empanadas, jugos naturales, playa y el clima. Cuando te saquen la cantaleta de que Caracas tiene un clima privilegiado, es verdad. Comprobado y recontra-comprobado por esta servidora. 

Aquí tenemos un amigo peruano. Su esposa (casi esposa, se casa en estos días y ella se viene con él ahora en Enero) es abogado tributarista. Los venezolanos nos distrajimos hablando de lo difícil que es convertirse en abogado en Estados Unidos y de que no aceptan ninguna reválida y cómo muchas veces acá hay que considerar cambiar de carrera. Nuestro amigo nos detuvo “nada de eso. Yo pienso pasar aquí unos cuatro años como máximo y luego nos regresamos al Perú”... “No sabes la cochina envidia que te tengo” – Dije de pronto y no en el tono más amigable. Se me salió. No sé si fue el alcohol pero él no se lo tomó a mal. Me miró con condescendencia y me dijo que lo entendía.

Hicimos un ejercicio: ¿Qué hubiera pasado si este gobierno nunca hubiera existido? – La conclusión fue simple: estaríamos como nuestro amigo peruano. Nuestro amigo que trabajó en su país para una multinacional y reunió suficiente dinero para no tener que pensar en deudas durante su postgrado. Nuestro amigo para el que la estadía en Estados Unidos es temporal y no tiene las angustias que nosotros tenemos: el no saber cuándo veremos a nuestras familias, cuándo probaremos la comida que nos hace falta.

“Imagínate” – Agregó el peruano con los ojos brillantes, lleno de orgullo – “Perú tiene ya quince años de democracia. ¡Quince años! Nosotros no lo podemos creer” – Me encogí de hombros – “Imagínate. Nosotros tuvimos cuarenta y cinco” – "No sabía que habían sido tantos" - Sus comentarios me llenaron de tristeza y de esperanza a la vez. También ellos estuvieron mal, y consiguieron levantarse. No es que en Perú están boyantes pero están mejor, hay que admitirlo. Así ha pasado con muchos países de América Latina. Y qué remedio tenemos sino creer que así tal vez, también puede pasarnos a nosotros.  

Yo al menos, llámame loca, lo creo. 

martes, 13 de noviembre de 2012

Limpieza, boda e ida al cine.(Respuesta a: Perdimos e hice garbanzo)

Querida Julia:
He tardado más de un mes y unos días en contestar, porque no se cómo comenzar a describirte el carrusel emocional que fue el 7 de octubre (para mí y no dudo que para él resto del país también) y los días siguientes.
Ese día trabaje hasta las 8:00 pm cuando ya era irreversible – al menos la televisión lo había dejado entrever- los resultados. Me toco llamar a mi mamá y decírselo. Creo que ha sido la cosa más dura que me ha tocado hacer, ella tenía muchas más esperanzas que yo. A diario me mostraba fotos y a pesar que Capriles en un primero momento no era su opción favorita para las primarias se convirtió en su seguidora fiel, sabia donde iba, que discurso daba, cuantos perros le habían regalado.
Lloró muchísimo y lo único que me dijo fue: “Cuídate cuando vengas, porque ya se escucharon unos disparos, supongo que es por la celebración”.

Llore por una semana seguida, veía a niños y explotaba el drama, en esos días trancaron avenidas- par de muchachitos llamando al fraude y cuanta persona descontenta pidiendo casa o manifestando por la inseguridad.
En mi cabeza solo daba vueltas el resultado, no entendía – aun no lo entiendo mucho- como protestaban y habían votado por el continuismo, me sumí en un black out de información. No revisaba Twitter, no veía noticieros, prendía la televisión para ver novelas y el programa de Carlos Fraga.
Conforme pasaron los días mi mamá me sentó y me dio el jarabe de lengua más grande de mi vida, - no soltó una lagrima- hablo de esperanza, de que las cosas siempre pasan por algo, él porque había que seguir votando, luchando y ya debía sacudirme la tristeza porque no se había muerto nadie. Le dije que ella no entendía nada y que ahora si estará el final de todo lo que podría ser considerado oposición en este país. Ella solo se río y me mando a limpiar toda la casa –resulto bastante terapéutico-.
Pasaron los días, visite a mis amigas, fui a una boda de amigos pro- gobiernos donde todo quedo perfecto, no se hablo de política y pensé que así debería ser el país. Diferente y respetuoso.
Me reencontré con el cine vi: “Habemus Papa, La Separación y Amigos para Siempre”. Intensidades europeas y una película iraní. Que solo me decían en las diferencias está la clave.
Voy poco a poco con el Twitter y sus noticias, aun sigo sin ver noticieros a la novela le quedan pocos capítulos. La melancolía se va haciendo más pequeña. Esto es como cuando te deja el novio y aprendes a vivir con eso, la diferencia fue que el novio es Venezuela y decidió seguir casada con el mal esposo pero al que definitivamente ama con locura.
Te respondí antes que esta foto se llenara de nieve 
Te quiero  mucho
Carlota

miércoles, 10 de octubre de 2012

Perdimos (e hice garbanzos)

(De Julia a Carlota)

Querida Carlota:

Perdimos. Cuando me escribiste, Novio acababa de abrir la puerta del cuarto y al ver su cara, oscura, casi desvanecerse lo supe de inmediato. No hizo falta tu mensaje. Novio y yo nos tumbamos en un abrazo llorando, sé que aunque no dijimos nada los dos nos preguntamos si esto significa que ya no tenemos un país al cual volver. También estaba preocupada por mi mamá y por todos los que trabajaron tan duro en esta campaña, ¿cómo estarían sus ánimos?

Siempre me dije que no me haría ilusiones pero a medida que la campaña fue avanzando, a medida que me llegaban esas encuestas con número esperanzadores; no pude evitar pensar en el país al que volvería. En dos o tres años que es más o menos el tiempo que debemos permanecer aquí, el país seguiría muy mal claro, pero la reconstrucción estaría en marcha y yo quería formar parte (bueno, quiero formar parte).  

Durante estos meses soñé mucho con esa posibilidad. Novio y yo siempre hemos discutido sobre en qué colegio inscribiremos a nuestros hipotéticos futuros hijos. Nunca hemos mencionado un colegio que no esté en Caracas. En fin, como te decía, soñé mucho. Soñé con visitar a mi familia los fines de semana (que los extraño a montones), con almorzar con ustedes, con dar clases en la UCAB luego de terminar mi postgrado.

Aquí vivimos bien, con lo justo – aquí hay un dicho que reza que para ser estudiante de postgrado hay que hacer un voto de pobreza y mentira no es. Salimos de vez en cuando. No me gusta el frío pero me encanta vestirme para el frío (suena raro, lo sé), me parece más elegante. Tenemos ciertas comodidades que no teníamos en Venezuela. Las pizzas son muy baratas y sólo necesito una llave que abre una puerta de madera cualquiera para entrar en mi casa (compara eso con las 4 llaves que necesitaba para entrar en la de Caracas). Podemos caminar de noche, si no hace mucho frío, claro. Estoy consciente de que eso es un lujo. Pero no es Venezuela.

Mucha gente piensa que todo lo que está fuera de Venezuela es un paraíso. Eso no es cierto. No hay paraíso sin queso blanco, malta y ají dulce. Imposible.

He visto, leído, oído las ruedas de prensa que ha dado Capriles luego de su derrota. Mi Mi Facebook testimonia el ánimo que ha logrado infundir en mis amigos. Yo no creía mucho en Capriles, digamos en el sentido de que no me inspiraba. Pensaba que era el hombre necesario para esta tarea pero no me inspiraba nada más. Y justo ahora, cuando perdió, su reacción me ha despertado una admiración por él que no creía tener. Reaccionó exactamente como yo quería que reaccionara, sentí que es un líder al que vale la pena seguir.

He tomado – al igual que mi familia – la decisión de seguir. La oposición esperó muchísimo tiempo por un líder y ahora que lo tenemos, no es momento de echarnos para atrás. Sé que la situación se va a poner mucho más complicada pero sé también que si él no se rinde, entonces yo tampoco. No voy a renunciar tan fácilmente a la idea de tener un país al cual volver y en el que mi familia y amigos, durante mi ausencia y después, puedan tener una mejor calidad de vida.

Hace unas semanas compré una bolsa de garbanzos. Tenía miedo de prepararlos porque me parecía una cosa muy complicada, inaccesible. Unos granos duros que la mayoría de la gente sólo los compra en lata. Sólo tengo un par de meses cocinando algo que no sea huevo frito. Los miraba y dejaba pasar la oportunidad. “Mejor hago la carne molida y después los garbanzos, mejor ahora la pasta…” y así.

Al día siguiente de las elecciones, hacía mucho frío como para salir a comprar otra cosa y por fin abrí el paquete. Los dejé en remojo y se me olvidó así que estuvieron ahí alrededor de veinte y cuatro horas. Quizá por eso no fue tan difícil cocinarlos. En mi casa de Caracas hacen garbanzos todas las semanas así que naturalmente, los extrañaba muchísimo. Me quedaron perfectos. Aún con la notable ausencia de chorizo español que tuve que sustituir por chuleta ahumada, salchichas y tocineta – sabían a mi casa.   A la casa a la que un día quiero volver.

Es idiota comparar garbanzos con un país pero así veo a Venezuela a veces, como una bolsa de garbanzos que no me atrevo a abrir de una vez por toda y cocinarla, entender cómo funciona, trabajar con eso.

No pretendo animarte con mi carta, seguro pensarás que soy ingenua porque estoy viviendo fuera del país en una realidad distinta. No puedo evitar ser vista bajo ese cristal. Pero espero que tu también consigas tus razones para levantarte y seguir adelante.

Por sobretodas las cosas, aunque tu también vayas y vengas, mi mayor esperanza es que nos tomemos un día alguito en un café de Caracas, en una Venezuela distinta

Te mando un gran abrazo y ya sabes que cualquier cosa que pueda hacer desde acá para ayudar, la haré,

Julia

Aquí están los famosos garbanzos,
sé que en la olla no se ven muy apetitosos
 pero te aseguro que estaban buenos. Pronto los probarás.

miércoles, 3 de octubre de 2012

De Julia a Carlota (2)



Midwest Norteamericano, 02 de Octubre de 2012

Querida Carlota:

Nunca quise tanto estar en Caracas como el Domingo pasado. No me he perdido ni una marcha, podría decirse. Salvo una vez que recuerdo toda mi familia salió en su pinta marchista y yo permanecí en casita, pobre de mí, doblada del dolor de vientre. Me perdí esta.

Todavía no tengo claro cómo Capriles se convirtió en esta persona extraordinaria – no será súper héroe pero sí es extraordinario. Yo lo recuerdo hace una década, un enclenque opacado por la estrella de Leopoldo que gobernaba mi municipio y se acercó un par de veces a mi urbanización durante el paro petrolero; para calmar los ánimos luego de que recibimos nuestra dosis de gas del bueno cortesía de la Guardia Nacional. Yo tenía una camarita de esas desechables y le tomé un par de fotos que deben descansar en algún lugar de mi casa – bueno, de la casa de mis padres en Caracas. Y digo que es extraordinario porque independientemente de lo que pase la semana que viene, Capriles nos devolvió la esperanza.

Tengo la firme convicción de que podemos ganar. Pero pase lo que pase, la oposición ahora es mucho más fuerte. “Fortísima”. Eso hay que agradecerlo, no sólo a Capriles sino a la gente que está detrás, que ha ido creciendo políticamente como lo ha hecho él. Porque hace diez años, la verdad no sólo Capriles sino todos nosotros éramos unos enclenques tocando cacerola y coreando ¨”Y va caer… y va caer…” – Estábamos en pañales. Por lo menos ahora podría decirse que estamos graduándonos del bachillerato. Y graduarse del bachillerato le toma a cualquier mortal una década, incluso más.

Yo también te extraño, aunque no sea lo mismo, mora en el Skype de vez en cuando

Julia

PD: ¡Amé la foto!

De Julia a Carlota (1)

(Respuesta a esta carta)


Midwest Norteamericano, 02 de Octubre de 2012

Querida Carlota: 

De las noticias que me cuentas, ya estoy al corriente. Internet ha hecho el acceso a la información más fácil, aunque no estoy tan segura de que acorte distancias. Nunca hablar en Skype y tomarnos un café con profiteroles en la Danubio podrán ser equivalentes. Cuando llegué, me enteraba tarde de todas las cosas que pasaban en Venezuela. Apenas veía algo en el Twitter intentaba llegar a la noticia que había originado el comentario, y se me perdía. Pero con las semanas fui aprendiendo. En Venezuela mi celular apenas enviaba mensajes. Yo no sé si soy demasiado pobre o demasiado paranoica o una combinación de las dos como para tener un teléfono inteligente en Caracas.

Pero apenas llegamos acá, Novio y yo nos encontramos con una promoción fabulosa y salimos con teléfonos fabulosos: un Samsung Galaxy II cada uno. No es el modelo más nuevo, pero para mí hace milagros. Al telefonito le he bajado una aplicación que se llama TUNE IN donde puedo sintonizar todas las radios del mundo sin importar que esté por ejemplo, en el automercado. En las mañanas escucho a César Miguel, aunque por una emisora del Táchira (los comerciales son un tripeo). En las tardes escucho Aló Ciudadano. El Twitter me mantiene al corriente del resto y si está pasando algo – la rueda de prensa de Caldera, el discurso de Capriles, una mal habida cadena de Chávez – tengo la radio y la tele al alcance del Internet. Es una maravilla.

De nuevo al tema de las noticias que me cuentas, yo me estremecí cuando escuché sobre los asesinatos en Barinas. Esto es lo más grave que ha pasado en toda la campaña (al menos, mi opinión). Pero todo lo que vemos son las muestras de un gobierno desesperado. Un gobierno que puede perder. Esa es una posibilidad consoladora. La reconciliación es un tema que me llevaría demasiadas cartas, porque preocupa demasiado

Todavía no hay nieve aunque el Pacheco se mete de lo lindo,
Cuídese en esas aventuras electorales.

Julia

Segunda Carta


Caracas 30 de septiembre de 2012.

Extrañadísima Julia, te escribo esta nota desde la euforia que viví hoy (La foto que te envió no la has visto)   Como bien sabes fuimos juntas a la inscripción  de Capriles y estoy complacida de su evolución. Te confieso que me emocioné más de la cuenta y lloré par de veces en su discurso.

Cuando llegó a la tarima sentí un vacío en la panza, pensé que era producto de las cinco horas de estar bajo el Sol, pero me equivoqué, era la mezcla de los tambores y la energía con que llegó.


Cuando lo vi, la esperanza se convirtió en una posibilidad real, la opción de que sí existe un camino diferente. Que la reconciliación es posible y que estaba frente a mí. No es un Súper héroe si- no un ser humano con la misión de servir.
La segunda vez que lloré y donde sentí un quiebre emocional, fue el cierre, cuando dijo que votáramos pensando en nosotros, en nuestras familias, pasaron por mi mente tu rostro, los de tantos amigos queridos que se han ido. La cara de mi mamá, las miles de marchas, un país posible y cuando su mamá lo abrazó estaba frente a una escena que vivo a diario con mi mamá (Aunque nuestras profesiones sean completamente distintas).


No sé si el gobierno hará trampa, montarán mítines para generar desestabilización ó si ganaran con los cacareados 10 millones de votos. Lo que sí sé es que un proyecto diferente está en construcción y que como dice la  canción: cada día son miles y miles y miles, cada día son miles que están con Capriles.


Te quiero grande. Saludos a novio,

Carlota.